Sospecha (1941) es una película perfecta. Todo en ella está bien: una dirección espléndida (Alfred Hitchcock), una fotografía impecable (Harry Stradling Sr.), una música exquisita (Franz Waxman), un guión cargado de psicología de primera (Samson Raphaelson, Joan Harrison y la esposa de Hitchcock, Alma Reville, firmaron un guión basado en la novela de Anthony Berkeley, Before the fact), unas actuaciones de libro (Cary Grant en uno de sus papeles más difíciles, un hombre con un lado un tanto oscuro, aunque es un tipo simpático y caradura a rabiar, junto a la delgada, bella y delicada Joan Fontaine en el papel de una mujer tímida de alta sociedad). Completan el reparto unos secundarios muy acertados en sus interpretaciones: Nigel Bruce (como Beaky, el entrañable amigo del protagonista), Dame May Whitty (la madre de la protagonista) y Cedric Hardwicke (el severo padre de la protagonista), entre otros. La película fue una producción de la RKO Radio y tiene 100 minutos de duración.
Elijo estas fotografías por su calidad; en sus sombras, en el rostro de ellos y en el paisaje, vemos algo de lo que el cine de hoy se ha olvidado de hablarnos: el alma de los personajes y sus circunstancias.
Cary Grant compone una actuación de libro, solamente él podría dar la impresión de ser un hombre estupendo, elegante y encantador y, a la vez, despertar sospechas de que esconde algo terrible tras las numerosas mentiras que van apareciendo en su vida aquí y allá.
La trama de este
thriller romántico y psicológico es la que sigue: Una joven tímida de familia acomodada (Lina) conoce a un apuesto y encantador caballero (Johnnie). Pronto, se enamora de él y contraen matrimonio. Una deliciosa luna de miel lleva a Lina a creer que vive en un sueño, pero, al llegar a su nuevo hogar, comienza a descubrir la parte oscura de su marido que convertirá sus ilusiones en una pesadilla cargada de misterio. Este nudo parece sencillo, pero en cada secuencia de
Sospecha hay algo más, está la forma de ser de muchos de nosotros, el amor, la duda, el miedo, la amistad, las relaciones entre un padre y una hija, las desilusiones de la vida... Esta es una película imprescindible para cualquier amante de cine. Es de otra época y puede desilusionar a aquellos que estén amaestrados en este nuevo cine de hoy en día de miles de cortes y disparos sin sentido, pero, con paciencia y querer aprender, aquellos modernos también podrán disfrutar algo de este maravilloso filme del genial director británico Alfred Hitchcock. Es una vergüenza que este realizador nunca recibiera un Óscar; que Cary Grant tampoco lo recibiera por un papel en concreto no deja muy bien a la Academia (obtuvo uno honorífico cuando ya se había retirado). El único Óscar que ganara un actor en una película de Hitchcock fue merecidamente para Joan Fontaine en esta preciosa
Sospecha. No se me quedará en el tintero decir que en la novela original los acontecimientos finales (que nadie debería contar en una reseña) no son los mismos que vemos en el largometraje.
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El de arriba es el mejor libro sobre Cary Grant que puedas encontrar en el mercado. Su autor, Lluís Bonet Mijica, es un gran admirador del actor.
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